viernes, 5 de abril de 2013

Un nuevo comienzo para Supernatural.


Entre demasiados años de dedicación y "básicamente" amor, me encuentro inaugurando una serie de recaps que no imaginé lograría escribir.
Hablar sobre Supernatural es para mí hablar sobre un elemento básico, que he consumido y me ha envuelto por años, y a pesar de los cambios de vida personal, y la historia en sí, aquí estamos con la fidelidad de siempre.

Me encargaré semana por medio de contar cada episodio de este gran capítulo que ha sido la temporada número ocho, una de las mejores que me ha tocado presenciar y que le volvió a dar vida a una historia que no estuvo muy clara en la séptima entrega. Esto, con la compañía de Dan, encargada del episodio siguiente.

Es algo difícil apagar mi mente de lo que ya hemos visto cada semana, incluidos los hiatus de meses. La información que ya conozco, aquí estará apagada, de alguna manera, y ya habrá tiempo de escribir en la incertidumbre, quizás, para cuando una novena entrega nos vuelva a capturar.

Luego de que Dick y el mundo de los Leviatanes aparentemente llegara a su fin, Crowley, el elegante y malvado Rey del Infierno se llevó al joven Kevin Tran e hizo desaparecer a Dean Winchester y su ángel Castiel de la faz de la tierra, dejando totalmente solo a Sam dentro de los laboratorios Sucrocorp, y rodeado entre la sangre color petróleo de las diabólicas criaturas.


Temp. 8, Ep #1: "We Need To Talk About Kevin."
("Necesitamos hablar sobre Kevin," título tomado de la novela y película del mismo nombre.
Escrito por Jeremy Carver, dirigido por Robert Singer.)

Nos encontramos en Maine, un año después de dudas que no son respondida inmediatamente, claramente post-purgatorio.
Dean recién salido del Purgatorio.
Dean Winchester, con rostro lleno de sangre encostrada, confundido y muy distinto a lo que terminamos de ver en la temporada pasada, asalta a dos jóvenes que acampan en medio de un bosque. Hace preguntas básicas para situarse, y les roba un bolso antes de huir en total oscuridad.

Claramente como lo conocemos, Dean se abre paso en la carretera, haciendo que lo acerquen de un estado a otro con posibles favores o robos de autos, con una nueva camisa leñadora que seguramente le lleva de vuelta a recordar su invisible hogar, independiente y obstinado, con la dureza y tristeza de siempre, pero la gratitud en cada gesto, se aleja del conductor que lo acercó a su destino, y la música de Styx, “Man In The Wilderness”, presentada como acompañante perfecta de su historia de vida y en especial su última aventura, la convierte en una de las mejores aperturas de la serie, recordándonos los primeros viajes de hace ya ocho años.

Algo anda mal con su cuerpo, Dean está solo, y de esa forma es mucho más fácil mostrar el dolor.
Su brazo trae las repercusiones del Purgatorio, de manera literal, carga con un peso ajeno.

Imagino a Castiel por un momento, pero entro en razón al ver un cadáver en la tumba que acaba de profanar. Cortando su brazo deja salir la sangre y viva esencia y la deja caer sobre los viejos huesos.  Luego de un encantamiento, un conocido aparece, conocido por él, la familiaridad es inmediata y a la vez inquietante. Un Vampiro. Un vampiro que no lo enfrenta, si no un conocido que le reconforta y hace sonreír, y es inevitable sentir un rechazo después de años presenciando al Dean que no perdona a otras criaturas, abrazando con mucho cariño al tipo de los colmillos, como si llevaran una vida siendo amigos.
El Vampiro Amistoso.

En Texas encontramos a Sam Winchester, dejando una morada en donde una mujer y un canino que ya en silencio le extrañan antes de su partida.
Sam se ve inseguro pero avanza de todas formas y se aleja con el “Bebé” de Dean, perfectamente resucitada del golpe a las compañías Sucrocorp en la temporada pasada.
Pero alguien le observa, y no es de sorprenderse, pues en la vida de los Winchester no hay descanso de las dudas o el acecho.

La cabaña de Rufus, en Montana, es su próxima parada, en donde parece que fuese a llegar para quedarse. Rápidamente se encuentra con su desaparecido hermano, quien no duda en hacer el ritual para aclarar toda duda del mal. Lo hemos presenciado muchas veces, pero en esta ocasión es imposible no recordar los inicios de los jóvenes Winchester que se veían por primera vez en mucho tiempo, casi como dos desconocidos en Palo Alto. Y esa sensación no acaba luego de las sonrisas y el amoroso abrazo que de lo que más sirve es regalarle tranquilidad por algunos segundos antes de seguramente enfrentar más altibajos en su vida.

Sam y Dean al fin juntos.
La sorpresa es grata, aún después de haber pasado por la misma experiencia muchas veces.
Pronto las palabras apagan esa luz. Preguntas y respuestas a medio confesar, la pérdida del ángel Castiel les afecta a ambos, pero Dean prefiere no dar explicaciones, pues su rostro reacciona de manera angustiante al concepto purgatorio.

No sabemos por qué Sam vuelve a la cabaña, pero su casual visita es sólo eso, una casualidad,  y el encuentro con su hermano mayor no tarda en enfrentarlos.
Sam ya no es un cazador de monstruos, Sam se deshizo de los teléfonos que lo comunicaban con su hermano y la red de cazadores, Sam abandonó el negocio familiar, y más para darle justo en la llaga, Sam no buscó a Dean.

Sam da explicaciones, similares a las de su más pura juventud de estudiante en Stanford. Pero esta vez estaba completamente solo, sin familia, sin un ángel guardián, sin saber el paradero del profeta Kevin, incluso sin Meg, enemiga que fue de ayuda el último tiempo. Su decisión entonces fue continuar y vivir por primera vez. Algo que a su hermano mayor le hiere en lo más profundo, porque Dean no siempre habla de amor o necesidad emocional. Esta vez lo demuestra con palabras, y ofendido se aleja. Sam demuestra el tedio de lo que seguramente es vivir la vida de los Winchester.
Si las miradas mataran.
Y eso no puede acabar ahí. Claro que no. Si tú ofendes a Dean Winchester, lo más probable es que sientas de vuelta algún gesto que termine castigando tus acciones, o en este caso, tus renuncias.
Dean recupera los móviles y números que por tanto tiempo les han dado pesadillas pero que también les han ayudado en su trabajo, y encuentra un sinfín de llamadas perdidas de Kevin Tran pidiendo ayuda. El chico es inteligente. Se escapó de las garras del Rey del Infierno, pero sus mensajes recopilan meses de terror y abandono. Medio año de intentos en vano.

Dean, aparentando la figura paterna, asesina la indiferencia de su hermano menor con miradas y gestos casi crueles y le explica que aunque no fuese responsable por él y su desaparición, lo era por el profeta adolescente.
Dean, aún molesto, accede a que Sam le acompañe en la búsqueda de Kevin, pues parece sorprendido que su hermano quiera volver a hacer el trabajo sucio al cuál renunció.
Acceden al siempre tan a la mano internet, y luego de algunas pistas van a dar a Michigan en busca de la antigua novia del profeta.

Se dejan caer en un motel y un lapsus de ansiedad post-traumática en Dean nos revela su historia en el purgatorio.
El bosque, infinito, tal vez en una dimensión paralela del campo de Maine, nos introduce a una atmosfera que nunca antes habíamos apreciado en el mundo de Supernatural. El Purgatorio es bruto, desolado y al mismo tiempo cuidadoso, extrañamente presenciamos el día, pero ante nuestros ojos todo es similar al barro que les afirma. 
En busca del Ángel.
Dean corre y sabemos que no está precisamente escapando, pues su semblante es amenazador, y ya conocemos bien su valiente figura. No tarda en atrapar a un vampiro, que a juzgar por sus ropas, cayó ahí en épocas lejanas, y le interroga yendo directo al grano: “¿Dónde está el ángel?”
Su reputación ya es popular, el monstruo sabe que es el humano transportado a su territorio, Dean sabe que da miedo y se aprovecha de su poder. Pero no hay respuesta, y sin dudarlo, robando su arma, le pone fin a su vida… o muerte… o lo que sea que suceda con los seres en el piso de los monstruos.

Pero no tarda en aparecer otro dientudo, mucho más amenazador que el chico antiguo, y se lanza dispuesto a secar al humano. Entonces su salvador se presenta, aniquila a su compañero de raza y vamos comprendiendo rasgos de su personalidad.

De vuelta al motel, nada es más tranquilo. Dean no es el mismo chico de temporadas pasadas. Sus estados reflexivos y solitarios no tienen rostro de tranquilidad en lo absoluto. Antes al menos podía pretender. Después del purgatorio se transformó realmente en un soldado que volvió de la guerra, o de un preso que estuvo en la cárcel por demasiado tiempo. Siente y reacciona de manera prevenida a lo que sucede a su rededor.

Amelia, la veterinaria.
Sam trata de explicar sus motivaciones para alejarse del “negocio.” Después de todo, nunca fue una elección para él, y nunca quiso ser parte de aquel mundo, y como cualquier persona normal lo hubiera hecho, a penas vio una salida del gran embrollo maligno, la cruzó e intentó cerrar el tortuoso capítulo. Y qué mejor que el amor sea su persuasión. Una relación con una chica, algo impensado para la mayoría de hunters de su edad. Entonces Dean, a su manera, acepta sus excusas.

Dean también acepta responder en menciones llenas de metáforas su experiencia en el purgatorio, o parte de ello, por que decide no referirse a las acciones. Su resumen se limita a las emociones. La pureza de la batalla veinticuatro horas al día, lo sangriento, lo sucio, la desconfianza, quizás incluso el llegar a sentirse parte de un lugar que nunca pensó poder palpar.


Los flashbacks de una oportunidad despertaron la esperanza en Dean, según el amigable Vampiro que le salvó la vida; un portal los llevaría fuera del purgatorio, y el humano tomó la oportunidad. Pero no sin el ángel. Su condición de ayudarse mutuamente con el vampiro era buscar al ser celestial que se perdió apenas pusieron un pié en el mugroso lugar.

Por su parte, la investigación por seguir el rastro de Kevin los lleva a la facultad donde reside su novia, Channing, quien parece despreocupada y totalmente desprendida de su antiguo novio.
Apenas los hermanos Winchester, con su fachada de agentes del FBI se fueron de su habitación, la identidad de Channing se ve descubierta sólo como una cáscara humana, pues un demonio la había elegido como carnada.

Los flashbacks no acaban sólo con los del purgatorio. Sam comienza a recordar sus tiempos con Amelia, su novia durante el año que los perdimos de vista. En ellos conocemos el primer instante en que tiene contacto con ella.
Es una veterinaria que le salva la vida a un perro que él mismo sin querer atropelló. Y su personalidad explosiva y responsable parece atraer al chico deinmediato.

Kevin Tran, estudiante avanzado.
Los hermanos dan con el paradero de Kevin, quien se esconde en una pequeña capilla y parece en perfecto estado, considerando todo lo sucedido.
Kevin  relata los eventos de hace un año, donde luego de pasar por un “cambio fashionista a la Crowley,” este le ordena traducir la tabla con información supuestamente escrita por Dios. Por supuesto la tarea no es fácil. Los signos, que parecen sin sentido para cualquier mortal, y que no es muy extenso, para el profeta se develan como páginas de confesiones que deben significar mucho más que lo literal. Un trabajo que probablemente le tomaría meses. Crowley lo presiona y Kevin logra descifrar una poderosa frase: “Abrir las puertas del Infierno.” 

Por supuesto Kevin no es tan ingenuo, y luego de engañar al Rey, procede a librarse de sus ovejas negras y escapar gracias al poder de una receta anti-demonios.
Kevin les explica a los hermanos que la traducción más importante que logró leer sobre las puertas del infierno se refería a cerrarlas para siempre.

Poderosa revelación que Sam no se muestra seguro de llevar a cabo ni poder apoyar. Tal vez porque piensa que no saldrán vivos, tal vez porque siempre existen dificultades tras otras en su trabajo, tal vez por proteger a Kevin, que aún decidido, sigue siendo un adolescente. Pero cuando Dean le recuerda quien mató a su madre y arruinó sus vidas hace más de veinte años, Sam comprende que el siguiente paso es grande, y deben tomar la oportunidad.
El Rey del Infierno con la inocente Channing.
La protección de la tabla sagrada se ve tambaleante cuando unos demonios llegan a la capilla enviados por Crowley. Dean reconoce a uno como si en el Purgatorio hubiera aprendido sus nombres y formas de hablar. Los tres chicos se deshacen de ellos, pero la gran entrada queda para Crowley y el demonio que posee a Channing, quien es amenazada para que Kevin acepte retirarse junto al Rey.

Crowley le ordena buscar la tabla, pero Kevin trata de encerrar a los demonios con una trampa.
Los Winchester y Tran escapan, no sin antes presenciar la crueldad de Crowley puesta en la joven Channing, cayendo muerta luego de un rápido movimiento en su cuello.

¿Qué hay que esconder?
Finalmente y luego de conducir un gran tramo, Dean se escurre en su excusa favorita, buscar algo de comida, cuando se comunica con su nuevo amigo, Benny, el Vampiro, quien se muestra contento de escucharle y también de haber vuelto a la tierra y percibir la modernidad de la humanidad.

Un cambio de palabras bastante misteriosas, que no revelan más que la sensación de pureza y batalla del
piso de arriba del infierno, es mostrada como la alianza de esta nueva y extraordinaria amistad, que logró unir al cazador mas testarudo, con un ser de la especie que el negocio familiar no dudaría en poner un punto final en segundos.

Hasta la próxima!

1 comentario:

  1. Si las miradas mataran a Sam lo habrían reducido a cenizas xD

    Benny no me inspiraba mucha confianza en este primer episodio. Quizá por el hecho que es un vampiro o porque llama a Dean cual ex desesperado. De cualquier forma, me terminó pareciendo una buena adición a la serie.

    Excelente recap, Sol :)

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