viernes, 19 de abril de 2013

Cambios.

Para renacer hay que casi partir de cero. Los cambios extremos, sobre todo personales, se crean bajo el alero de la experiencia, los diferentes caminos presenciados, relaciones interpersonales, conociendo todo lo que la rutina nos robó en algún momento.


Sam y Dean Winchester han pasado tanto tiempo juntos, que de alguna forma cuando el cambio llegó para ambos, los hermanos tomaron el reencuentro de la forma que sus propias personalidades les han enseñado. Porque a pesar del tiempo y las tragedias que han pasado juntos, el individualismo de sus caracteres nunca se ha mezclado o cambiado porque si, ni la testarudez ni las peleas han podido matar esas almas, que aunque puedan ser gemelas, tienen millas de distancia con distintas dudas que se preguntan día a día el porqué de sus diferentes existencias.

"Heartache."
(“Angustia,” escrito por Brad Buckner y Eugenie Ross-Leming, dirigido por Jensen Ackles.)

Los cambios, en alguien tan porfiado como Dean Winchester, se presentan poco a poco, por lo que aceptar la tecnología de un simple artefacto móvil -y jugar con aplicaciones que no presenció antes pues pasó un año en el purgatorio y porque Dean es de esos seres que reniega de muchos modernismos- es un cambio gigante que no debe pasar desapercibido para el obviamente sorprendido Sam.

Sam, en cambio, sorprende a Dean en el momento en que su hermano menor se entusiasma con el caso al que han llegado esta vez, pues Sam pareciera estar tratando de escapar en todo momento, y ahora acepta casi alegre la investigación.

Sam sufrió sus cambios estando lejos de Dean. Pensando que su hermano estaba muerto. Aceptando los hechos, superándolo, que aunque muy doloroso –o fuera de personaje- que haya sido ese abandono, resultó en su momento para el alto Winchester. Y se nota también en pequeños gestos como ir a una feria a comprar fruta, disfrutando el momento, sin apuros, como cualquier ser humano ordinario que tiene un día de descanso con su familia.

He ahí las diferencias. Dean, aún estando con Sam, no disfruta aquellos momentos por que no tiene vida fuera de la carretera y sus armas. Sus convicciones -aunque la principal sea cuidar a su hermano- rayan en lo que en nuestro “normal” mundo un trabajólico haría, obviando cualquier aspecto y placer personal.
Sam nunca quiso aquello en su vida, incluso cuando perseguía gustos por una carrera tan ocupada como lo es la abogacía.

Y no es coincidencia que en este capítulo nos enteramos, al mismo tiempo que Dean, que el chico está aplicando a la Universidad, para comenzar –o retomar- sus estudios, luego de tantos años de pelear contra lo imposible.

Heartache y el caso de la inmortalidad, entonces, nos muestra respuestas que se inmiscuyen en la vida personal de los hermanos, y quizás, responde –aunque uno de ellos no quiera escuchar- sus dudas existenciales que tanto les resulta molestas a ambos cuando los tomamos sólo como un todo, quienes son totalmente distintos entre sí.

Resulta muy atractivo conocer el caso de Brick y Eleanor.
Un guerrero que hace un pacto con un Dios en tiempos remotos para obtener inmortalidad, renace como una figura pública cada tantas décadas, gracias a su habilidad ganada en combate, le entrega una facilidad para los deportes, la que no se perdió por ir nutriéndola en todos los aspectos posibles. En la década de los cuarenta conoce al amor de su vida, y se forma una relación estable que para proteger durante el milenio pasado y el presente, sigue escondiendo con disfraces, y cambios de habilidad. Pero no de carrera, por lo que para los Winchester es fácil deducir finalmente la tormentosa pero romántica historia.

En tiempos donde el internet es una herramienta principal para la humanidad, y donde tanto geek o libre pensador que disfrute de cosas que posiblemente no tengan respuesta, se hace fácil recordar asuntos virales como los que acusan a figuras famosas como Keanu Reeves, John Travolta o Nicholas Cage, en donde blogs, matinales y programas de noticias inusuales insinúan entre risas que estos actores son inmortales o incluso vampiros, pues se han encontrado fotografías de personas en distintas épocas o pinturas de retratos de desconocidos donde el parecido está tan a la vista, que muchos entran al juego del caso en Heartache.

Aquí vemos la misma reacción, los Winchester recordando a un deportista que les alegró alguna tarde con su triunfo en una final, y luego de comprender que el rostro se repite en diferentes épocas, pero con la misma inteligencia deportiva, se juntan pronto las respuestas que en nuestra aburrida y poca sobrenatural realidad no logramos obtener.

El suicidio del famoso deportista llegó por cansancio. Tener que ocultar, no sólo su vida, si no el amor a su mortal esposa, terminó por colapsar su poderoso ser. Y la entrega de sus órganos a distintos pacientes armó la cadena que finalmente los Winchester rompieron, quitándole la vida a una desnudista que probó el cambio con demasiada codicia.

Eleanor, la esposa que amó con lealtad a un hombre mucho más experimentado que ella, pero que a la vista era un joven que pasaba por su popular hijo, sufrió en silencio, por fidelidad a la ley que su amado llevaba sobre sus hombros.

Ninguno de los dos quería vivir aquella vida, ninguno lo disfrutaba plenamente, y en cada separación, cuando el joven debía cambiar su identidad, ambos volvían a la misma respuesta; el tedio de no poder ser francos con su realidad personal, ni con la del mundo que les rodeó, pero aún mas importante, la idea de Brick de no concebir su vida sin su amada, que ahora pasa por la tercera edad.

Tal vez Sam y Dean comprenden, a su manera, que aquella historia les es familiar. Nosotros la vemos con claridad.
Vemos a Dean, que más que nunca trata de aferrarse a lo único que le queda, su hermano, quien ha sido, después de todo, su principal motivo para permanecer en pie. Sin él, tal como Brick, qué motivo hay para salvar a la humanidad de monstruos? Sobre todo cuando se ha pasado por cielo, infierno y purgatorio nada más que perdiendo todo lazo y esperanza. 
De todas formas, resulta frustrante e incomodo ver al valiente y temible cazador rogando por amor, y una estabilidad emocional que Sam parece responder hacia otra dirección.

¿Y quién podría culparlo? Si sus recuerdos de profunda añoranza son por una mujer que le regala un pastel, y se extraña por la cara de sorpresa de su pareja, quien probablemente nunca, ni en su infancia, había sido celebrado de la forma más usual que tenemos para sorprender a un ser querido.


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