Al finalizar
un día, gestos tan simples como preguntar cómo ha sido tu día, o qué hay de
comer son recurrentes en un hogar que se comunica.
El diario vivir doméstico puede que no sea tema relevante para un programa de
televisión, pues el televidente se acomoda con la esperanza de disfrutar de la
adrenalina de una escena de acción, de emocionarse con el drama, de ablandar su
corazón con el reflejo del amor, de estrujar su mente con algún misterio, o de
soltar carcajadas que terminen relajándote.
"Pero es el Sistema Solar!" |
En el caso
de Sherlock, aquellas pistas parecen mezclarse y no está de más mostrar cómo
estos dos solitarios y peculiares hombres se comunican cuando los dos parecen
frustrados.
La señora
Hudson no pregunta si estos dos han tenido una pelea domestica por
coincidencia, y lo que para el común de la gente puede ser un simple disgusto
que tu compañero se enoje por que no le gusta lo que escribes de él en tu blog,
para Sherlock y John es el detonante de un fin de conversación ya que disparar
dentro del apartamento por aburrimiento o encontrar una cabeza humana en el
refrigerador es sólo perturbador para los que miran hacia abajo el diario
vivir.
Y si es
aquel el caso, siempre podemos vernos expuestos con una explosión justo en
frente del adorable departamento.
The Great Game.
El
aburrimiento de Sherlock llega a su fin junto a una extraña advertencia en las
oficinas de Lestrade, concentrándose en el peculiar investigador, gracias al
blog de la discordia, que parece estar siendo leído por quien ya sospechamos.
Una serie de
juegos amenazantes que tratan de probar la inteligencia de Sherlock, pone en
alerta a la policía, mientras Mycroft Holmes insiste en necesitar la ayuda de
su hermano en un caso, y Molly Hooper trata de hacer parir celos a Sherlock con
su torpe novio que no tarda en flirtear con su compañero de laboratorio.
Obviamente
el interés de Sherlock se queda con quien si lo provoca, y sus recuerdos de cuando
era un precoz detective resuelven el primer caso fácilmente.
El nuevo
truco se presenta inmediatamente y las palabras de la víctima hacen que
Sherlock se sienta identificado con su fatal aburrimiento. Cuando resuelve las
pistas, John se cuestiona lo mismo.
Y no tarda
en hacerlo Lestrade cuando llega la tercera prueba, involucrando a una famosa y querida presentadora de televisión.
John, por su
parte, se hace cargo personalmente de investigar a los cercanos de la
presentadora, mostrándose totalmente cómodo y confiado, incluso cuando sus
sospechas no son las correctas.
Algo que no
lo detiene para tratar de resolver el caso del mayor de los Holmes por su
cuenta, pues Sherlock se muestra resistente a su petición, no por indiferencia,
si no porque simplemente no desea verse envuelto ni
Sherlock
resuelve el caso de la farándula británica pero esta vez no logra salvar a la
pobre anciana envuelta
en el cruel juego luego que ésta trata de describir a su
secuestrador.
Sherlock
parece indiferente a su muerte, ya que después de todo si resolvió el gran
truco. Algo que molesta a John a sobre manera y seguramente se acuerda de sus
tiempos en el supermercado peleando con la máquina registradora. Y no es
exagerado recordarla considerando que el último caso nos junta con un Gollem y
las estrellas, esto último algo que ha sido mencionado a Sherlock durante todo
el episodio por su poco interés con el sistema solar y el universo.
El dúo se ve
expuesto literalmente luchando contra un hombre extraordinariamente alto en un
salón que muestra con detalle los planetas, en una coreografía acompañada con
sonidos y ambiente que recuerda una escena sacada de alguna película de terror
de los sesenta. Lo que a la vista resulta bastante placentero y gracioso.
Finalmente
el caso es resuelto en una galería de arte, donde Sherlock se muestra
insoportable, casi fanfarroneando mientras la vida de un niño está en peligro,
y esta vez es Lestrade quien probablemente querría tener un recuerdo con alguna
caja registradora para ser comparada con su detective favorito.
En la
confesión de la involucrada, el nombre de Moriarty sale a la luz, y las
llamadas con trucos macabros
cesan, por lo que Sherlock da tiempo a ayudar a
John en la investigación de su hermano, y logran descifrar el asesinato de un
hombre inocente que se ve entre la espada y la pared con asuntos políticos y su
familia.
Ya
alimentada, la mente de Sherlock se va a descansar por un momento, disfrutando
plenamente la televisión fácil, y tomando en cuenta su ambiente doméstico,
ofrece un amistoso gesto a su compañero, mencionando que hará las compras. Algo
que toma a John de sorpresa y con una sonrisa se olvida de las máquinas.
Pero la mente de Sherlock no tarda en volver a ocuparse, de hecho, lo mas probable es que en ningún momento se detenga, y luego de que John salga a juntarse con su cita, Sherlock se apresura a tratar de comunicarse con su misterioso rival y espía.
Pero la mente de Sherlock no tarda en volver a ocuparse, de hecho, lo mas probable es que en ningún momento se detenga, y luego de que John salga a juntarse con su cita, Sherlock se apresura a tratar de comunicarse con su misterioso rival y espía.
Allí, en una
piscina pública y tratando de presentar todas sus pruebas y pistas, que envuelven
todos los trucos jugados e incluso el caso de Mycroft, Sherlock se lleva el
susto de su vida, y vemos como en unos segundos, el miedo por la traición recaen
en John Watson, quien aparece en el lugar.
Las dudas no
tardan en desaparecer al tiempo que John revela el problema, abriendo su abrigo, Sherlock ve que su amigo se encuentra envuelto en
explosivos.
Moriarty, o
el “nuevo y torpe novio de Molly” da la cara y… yo… me paralizo… ante tal…
insoportablemente fascinante criatura.
Es que los
tipos carentes de miedo logran ese efecto, aún cuando resulta molesta esa
personalidad que junta tanto genio e infantilismo al mismo tiempo. Oh, y no,
esta vez
no hablo de Sherlock, aunque estos dos entes podrían pararse frente a
frente y sólo su aspecto y unos pocos detalles los diferenciaría.
Detalles.
Detalles del porte del mundo. Como la preocupación de Sherlock por su amigo
Watson. Su vista nerviosa hacia él, y su doméstico “¿Cómo estás?”, esta vez en
momentos críticos.
Y eso
debilita el actuar, y ni el plan de John de tomar por sorpresa al asesino logra
derribar el aún más grande plan de Moriarty, quien tiene a francotiradores
encargados de su seguridad.
Entonces
creo que es justo decir que Sherlock y John también podrían pararse frente a
frente, y si veríamos miles de diferencias, menos una. Y es precisamente esa
similitud la que los junta en un gran problema, pues Moriarty puede usarla para
lo que desee.
Los
sentimientos… gran arma de masivas proporciones cuando el objetivo es honesto.
Moriarty
sigue jugando, vuelve y el detective y el doctor con tan sólo una mirada se
muestran de acuerdo a morir juntos y terminar con el patético y brillante
maratón de trucos.
Probablemente
el final de temporada mas inesperado, cruel y adrenalínico que le puedan dar a
nuestro doméstico momento de gusto por buena televisión.
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