martes, 2 de abril de 2013

La Ciencia de la Manipulación.


Antes de comenzar a ver Sherlock, mi experiencia con el legado se resumía a los cuentos originales y series animadas, leídos y vistas en la infancia. Mi interés recaía en algunas investigaciones que me parecían fantásticas y divertidas, pero la personalidad y vicios del personaje en cuestión me parecían mucho más misteriosos que las misiones que a él le fascinaban.


Admiré y odié a personajes influenciados por Conan Doyle, pero aparte de la usual atracción por las creaciones británicas y la modernidad de esta versión, a partir ya de hace algunos años, no sabía en qué me aventuraría.

De manera similar a la novela, la serie de BBC comienza con A Study In Pink, enfocándose breve pero profundamente en la mente del Doctor John Watson mientras una pesadilla de sus tiempos en medio del caos de la guerra de Afganistán lo despierta en plena noche, y angustia al grado de sacarle sollozos, lo cual indica su cansancio por un tormento que vive a diario.

John es un tipo solitario, y el tiempo

sin ocupación aparente lo estanca en su trauma. Sin embargo, trata de seguir el consejo de su psicóloga y decide crear un blog, pero no parece convencido de la ayuda, y adelantándose a un diagnóstico, con algo de sarcasmo, indica un cliché de las anotaciones de la terapia, mostrando el primer signo relacionado a lo que el destino le tiene preparado.

Los casos a investigar se muestran uno a uno luego de la apertura, uniéndonos rápidamente a la obviedad de la situación por resolver. Y la aparición del misterioso protagonista se presenta de la manera más moderna en la que hemos visto al detective, luego de desmentir a la policía dejándolos en ridículo frente a la prensa con simples mensajes de texto a cada móvil, que nosotros podemos ver en medio de cada escena.

El casual encuentro de John con Mike Stamford, un antiguo compañero de entrenamiento médico, es el factor que lleva al Doctor al primer acercamiento con el protagonista. Serio, con claros episodios post-traumáticos y de ansiedad, pero sin disgusto a la nostalgia, Watson acepta amable un momento de conversación, en donde la casualidad nos guía a la aventura, y pronto conocemos su fachada dentro de una morgue de un laboratorio.
Detallista y caprichoso, Sherlock Holmes experimenta con un cadáver golpeándolo para determinar procesos de tiempo. Le acompaña Molly Hooper, patóloga encargada de la morgue, acostumbrada al actuar de Sherlock, pero muy tímida recibe lo que parece un adelantado flirteo, que culmina en un desaire sin presión.

El encuentro de Sherlock y John se lleva en el laboratorio, e instantáneamente Mike Stamford se torna el espectador, y casi de manera grotesca demuestra satisfacción por haber juntado al dúo.
Sherlock se muestra muy social en la primera impresión, y una se pregunta si acaso es así con todo mundo o realmente tiene decidido que John es su objetivo. Sobre todo porque en el futuro no vuelve a repetir esa efervescencia por otro individuo.

Sherlock nuevamente se adelanta y en un resumen fantástico se ofrece para compañero de vivienda, John sorprendido, no entiende por qué estas coincidencias se le siguen presentando en un solo día, y pronto Sherlock explica de manera asombrosa todas las respuestas.

Bajo la perspectiva de un solitario, la manera tan abrupta pero confiada de ofrecer una mano tiene usualmente dos límites: el rechazo inmediato, y la oportunidad a lo distinto o desconocido. La gente social se sorprende menos, pues lidia día a día con diferentes tipos de personas, y suele aceptar un conjunto diverso sin mayor sorpresa, compartiendo, a menos que le perturben, y así hacen la diferencia. En este caso vemos que la señal resulta reconfortante para John, incluso cuando no entiende bien qué sucede, pero no parece recordar alguna ley de desconfianza, la cual está anotada en el librito de notas de su psicóloga. Tal vez porque la afirmación del dolor de su rodilla le parece mucho más acertada viniendo de un perfecto desconocido que acaba de leer su vida con tan sólo observarlo, o porque su paranoia se limita a quien conoce sus datos  por medio de una terapia obligatoria.

Interesado, Watson acepta la invitación a conocer su posible nueva vivienda luego de una búsqueda de Holmes en internet, para que a su llegada, viera que el lugar ya estaba ocupado por él y su desorden. La Señora Hudson, propietaria, hace el primer comentario que da al atractivo innuendo homosexual -que podría ser visto como sub-texto, pero es mucho más directo para llamarle así- cuando ofrece la alternativa de su vecina y sus arrendatarios para justificar su aprobación de dos hombres solteros viviendo juntos. Lo cual recuerda mucho a la idea literaria original.

La real alegría en Sherlock aparece al recibir a Greg Lestrade, y John no tarda en entusiasmarse. Lo que puede llegar a ser infantil, pero demuestra el grado de pasión de Sherlock por sus intereses.
La explicación de cómo Sherlock logra deducir bajo un grado que puede parecer ordinario para muchos es la clave de la estructura en la serie, y sirve para jugar con quien presencia la historia, un papel original y creativo que atrae y te envuelve, similar a otras versiones, pero mucho más conectada a la interacción, sobre todo en tiempos tan inmediatos.

Al tratar de resolver la serie de casos, podemos ver la antipatía del resto de policías, posiblemente por envidia de su tino o inteligencia, y el hecho de que no esté educado oficialmente en el área, lo cual lo convierte en un ser incomparable. Sobre todo cuando el jefe de la policía demuestra no sólo necesidad hacia su habilidad, si no respeto por lo que logra, incluso cuando en momentos se encuentra entre la espada y la pared cuando debe seguir la ética policial, al tiempo de admirar las capacidades de Holmes.

Luego de una huída que tiene a todos acostumbrados, exceptuando a Watson, este es atraído de manera sospechosa por el archi-rival de Sherlock, su hermano Mycroft Holmes, quien sin dar su identidad recibe la frialdad del Doctor, quien se muestra totalmente desconfiado y protector de su particular compañero. Así es como al enfrentar al mayor de los Holmes, se ve directamente influenciado por su entrenamiento militar y esconde cualquier atisbo de nervios en el extraño encuentro.
Ese énfasis de protección hacia quien conoce en menos de un día, hace la diferencia con los demás, y es sorprendente cuando con gestos se pregunta cuánto tiempo lleva conociéndole. ¿Unas horas? Pero parece una vida.
Mycroft muestra de alguna forma el parecido con su hermano, al mencionar el desorden post traumático y
posible nostalgia de John hacia la guerra. Lo cual según él, responde a la adrenalina que le provoca la investigación, algo que siente instantáneamente al momento de acudir al llamado de Sherlock, sin olvidar buscar su arma.

Sherlock muestra signos de una vida mucho más solitaria que John, incluso despreciando lo social, bajándola a un estado de ordinariez. John, a su vez, aunque es solitario, demuestra admiración por las relaciones, no se sabe si ésta es realmente honesta o por sentirse obligado por el sistema a mostrarla de esa forma, pero sus respuestas son definitivamente voluntarias. Trata de enseñar a Sherlock la normalidad de tener novia/o, amigos o familiares, sin lograr atención.
El innuendo gay continúa, y es difícil no pensar de distinta forma cuando un conocido de Sherlock, dueño del restaurante elegido por él para observar su caso, le insinúa que John es su cita. Dentro de la conversación John busca conocer la orientación sexual de su compañero, pero esta vuelve a quedar abierta sin rumbo alguno, ya que Sherlock realmente no parece interesado.

Una persecución que Sherlock esperaba, muestra la genialidad de su orientación en las calles de Londres, y John se aventura sin bastón cuando la adrenalina es explotada.

Si me parecía algo inocente la censura de su vicio por los cigarrillos, Lestrade y compañía ahora se ven en medio del 221B buscando por drogas. John se sorprende de que Sherlock sea un adicto, y Sherlock insiste en que está limpio dando por evidencia sus parches de nicotina.
Todo esto parece una introducción hasta llegar al momento que en lo personal considero el más gracioso, en donde Sherlock tratando de pensar manda a callar a todos en su piso. 

A Holmes le agrada tener una audiencia a sus pies, y por eso demuestra asombro de sus propias conclusiones, pero en ocasiones ni siquiera las comparte, y esto lo entrega en evidencia al descubrir al asesino que le ha dado trabajo.

En un acercamiento personal, nota que la psicología del manipulador es atraer. 
El mismo Sherlock es un manipulador a nivel de un niño de cinco años con la inteligencia de un genio de todas las edades posibles. Entonces para ambos es un juego de ganar o ganar, perder no está en la ecuación cuando se apuesta por el placer de la lógica.

El asesino muestra el mismo nivel de superioridad de su cazador, así que no es de sorprenderse que el reflejo le resulte a Holmes bastante irritante.
Para el asesino, que una criatura como él le analice, es interesante. Pero ¿qué gana?
La manipulación como método de competencia no funciona cuando se insiste en comparar al otro contigo, no si ese ser no te admira, pero la atracción por descifrar el truco que llevó a cuatro personas a suicidarse no tiene precio por que el hecho de estar en lo correcto es impagable.

Lamentablemente para Sherlock no hubo una respuesta, gracias a la oportuna llegada de Watson y el reflejo de salvar a su nuevo amigo. Pero si se devela el nombre del histórico y muy real enemigo de Holmes, quien parece estar detrás de ésta y nuevas aventuras que el futuro le depara. 

S.OT.

3 comentarios:

  1. "El mismo Sherlock es un manipulador a nivel de un niño de cinco años con la inteligencia de un genio de todas las edades posibles." --> Es gracioso porque es muy cierto xD

    Muy buen análisis, Sol. Es especialmente cierto que Watson se siente fascinado por Sherlock: menos de dos días de concoerlo, y ya es capaz de matar por él.

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  2. Me encantó esto!
    A mí esta serie me impresionó en cada aspecto. Tanto que no puedo decir que es mejor si esto o las películas o los libros. Yo crecí con esos libros y jugaba con mi hermana a resolver misterios, ella era Watson y yo Sherlock. Ver esta serie me ha llevado a muchas memorias de mi infancia.

    Me encanta que en ese primer capitulo se marcan con fuerza las dos personalidades. Tiene un humor fresco, inteligente y al mismo tiempo el drama y la angustia. Es terriblemente adictivo ver esto.

    Gracias por tu opinión, recap! :D

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  3. Muy buen post! Esta serie, como dices, es increíble. Se apega a ciertas cosas recalcables de la novela y a la vez sorprende con detalles que la hacen completamente nueva.
    "Para el asesino, que una criatura como él le analice, es interesante. Pero ¿qué gana?
    La manipulación como método de competencia no funciona cuando se insiste en comparar al otro contigo, no si ese ser no te admira, pero la atracción por descifrar el truco que llevó a cuatro personas a suicidarse no tiene precio por que el hecho de estar en lo correcto es impagable." Este fragmento es oro, describe al pie de la letra la manera en la que Sherlock ve, piensa y razona el mundo. ¡Y Watson! Que decir de Watson, completamente acertada. El hombre con su paranoia decide confiar en Sherlock más de lo que llegó a confiar en su psicóloga, una mujer con título y todo. ¡Oh! Y la escena de John soltando el bastón y corriendo, bueno debo decir que fue una de mis favoritas.
    Brillante recap!

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