Nos hemos
reunido hoy, hermanos y hermanas, no para celebrar un culto religioso que adore
una novela escrita por varias personas hace un par de miles de años… Tampoco
estamos aquí, congregados en este santuario de las series que hoy están en
boga, para ponernos al tanto de nuevo en The Following esta semana. Oh,
aguarden, sí… Para eso estamos aquí.
Bien
chicos, chicas, monstruos, aliens, fanáticos y pobres almas que han caído en
este blog: Hoy como todos los domingos me dedicaré a hablar de esta serie que
ya está rodando su segunda temporada tras ser un éxito en la parte norte del
continente y continuaré en la línea con el tercer capítulo, el primero que
tiene un nombre definido Al fin, soy pésima poniendo títulos.
The poet’s fire.
Cuando
Edgard Allan Poe acaba su intervención de The
Raven en plena avenida principal, el público aplaude por el espectáculo,
sin pensar en lo que ocurrirá a solo unos metros de ellos…
Stan Fellows,
un crítico literario, es alcanzado en silencio por el histórico personaje
romántico y, sin decir una palabra, el hombre de la máscara lo empapa en
bencina y le prende fuego en la vía pública, para luego marcharse como si de
cualquier otro ciudadano se tratase.
Así comienza este episodio titulado The
Poet’s Fire, donde la trama de Joe Carroll para su novela comienza a tomar una
forma todavía muy poco definida, pero bastante más clara para los espectadores.
Tras los
asesinatos del peón de Carroll, Jordy, la rueda vuelve a funcionar con este –hasta
ahora- anónimo personaje en la máscara de Edgard Allan Poe y es lo primero con
lo que se encuentra Hardy al comenzar la mañana de regreso en las oficinas de
FBI. Tras revelarse que la última víctima había criticado destructivamente la
novela de Joe, el equipo se pone en marcha para contactar con todos quienes alguna
vez criticaron la obra del asesino.
Mientras
tanto, en el lugar donde mantienen secuestrado a Joey, los muchachos se enteran
de la noticia del nuevo ataque. Mediante un flashback, hacen recuerdos sobre
las reuniones de este culto y
muestran a un nuevo personaje, Rick, quien paralelamente es identificado por el
FBI y parten a buscarlo a su domicilio, donde solo se encuentran con su esposa
lacrimosa, muy asustada por las molestias que le ha causado su supuesto ex
marido, quien además vuelve a asesinar. Esta vez su víctima es el decano de
letras de la universidad en la que Joe solía trabajar.
N.A: Me parece tan divertida esta parte… Sobre todo
porque Rick dice “Jamás había asesinado a alguien con un cuchillo” y
luego sonríe y observa atentamente como el sujeto muere. Oh, es que acaso solo
a mí me resulta atractivo eso?!
De regreso
al recurso del flashback, la relación entre Hardy y Carroll queda un poco más a
la luz. Mientras el agente investigaba todo el asunto de las muertes, acude a
Joe en búsqueda de orientación, sin saber que a quien le estrechaba la mano en
el año 2003 sería el mismo sujeto que en la actualidad era parte de sus
pesadillas, culpas y remordimientos.
Lo
interesante de la serie en sí, es que en todos los capítulos se busca quebrar la
imagen de Hardy. Joe Carroll intenta tomar poder sobre la vida del agente pero no
mediante acciones directas, por el contrario, el sujeto no quiere que haga lo
que se le ordena ni mucho menos… Por el contrario lo que busca es
desarmarlo psicológicamente hasta saber que gracias a ello Ryan se volverá un
tipo frágil, casi desvalido y que sucumbirá ante sus destructoras palabras.
Carroll quiere manipularlo, pero no como manipula a sus seguidores. No quiere
hacerlo protagonista, quiere volverlo contra sí mismo y que acabe odiándose por
la cantidad de errores que ha cometido en su vida… Incluso por la pérdida de Claire.
De vuelta
al capítulo, un giro inesperado (sí,
muy inesperado) acaba con un caído del bando de los buenos. En obediencia al típico
racismo norteamericano, los negros caen primero. A su vez se descubre que la
pobre esposa de Rick, el seguidor de Carroll que protagoniza este capítulo, es
también cómplice y consigue escapar de las manos del FBI.
La presión psicológica también actúa en este episodio no solo para los personajes más participativos, sino que también para Jordy. Desde que en un comienzo Ryan conversa con él y le dice que su mentor está desilusionado porque no murió en su misión, la presión lo carcome y ya cuando está por acabar el capítulo, aparece gritando que lo siente y se suicida en el hospital, tragándose su propio vendaje. Una muerte a mi gusto bastante original dentro de lo que va de la serie, que ya nos acostumbra a sangre, fuego, cuchillos, disparos y un montón de mujeres sin ojos en honor a Poe.
Para variar
el abuso de los flashbacks en este episodio dejan más en claro cuál es la
relación entre los dos personajes principales y deja entrever en parte lo usado
y estúpido que se sintió Hardy cuando se enteró de que el simpático catedrático
se reía de él en su propia nariz. Para finalizar, Claire cita a Ryan a su casa,
para mostrarle el e-mail que había recibido: Emma, Paul, Jacob le plantean al
pequeño Joey que, mediante la muerte, la vida tiene un poco más de sentido…
Primero haciéndole matar un insecto bajo el calor de una lupa y luego, haciendo
que encierre una pequeña rata en un frasco, donde morirá asfixiada.
¿Espeluznante? No… Lo espeluznante viene cuando Hardy escucha su nombre en el
video… Y, mientras Joey comete su primer asesinato con el pobre animal, le
manda un tierno saludo.
Es así, con
esta clase de juegos con las que Ryan se va desarmando poco a poco. Sabe cuál
es el juego en el que Joe quiere encerrarlo y por más que lo evite, sabe que el
asesino ganará la partida. Es imposible que no lo hiciera, porque incluso
aunque Hardy no quiera revelarlo, es un humano, con sentimientos… y se están
metiendo con lo más importante que ha tenido en su vida.
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