Moffat y
Gatiss saben cómo hacer televisión. Y si necesitan mostrar una idea con
referencias de otros
programas, por supuesto que tomarán la oportunidad.
Comenzando
con ladridos y persecuciones de un niño perdido, vemos a Russell Tovey aparecer
y creo que es George, de Being Human, esperando a convertirse en lobo.

Pobre John.
“The Hounds
Of Baskerville.”
A primera
vista, Sherlock no cree en el trauma de Henry. Un sabueso gigante destrozando a
su padre no es un caso para Holmes, si no para la psiquiatra de Henry, y el
humo de su cigarrillo le importa mucho más que sus problemas.

En la
belleza de Dartmoor y guiándose por un mapa, deciden observar el paisaje que
muestra una variedad de sectores que podrían ser útiles para la investigación.
Baskerville,
como era de esperarse, se encuentra rodeado de letreros para mantener a la
población civil fuera de su sector.

La pareja
que maneja el hostal donde nuestros queridos investigadores se alojan le
explican a John que el
documental de Henry les ha traído variados beneficios a
su pueblo. El pequeño hotel siempre está lleno, su comedor sirve todo el día, y
los turistas vienen y van en pequeños grupos que son guiados por un chico que
aterroriza con sus historias del monstruo del valle.
Luego de que
John trate de asegurar que Sherlock no es su esposo dos veces en menos de cinco
minutos, Sherlock arma un plan para que el chico de los tours terroríficos les
explique que uno de sus amigos vio a la criatura, y que en los laboratorios de Baskerville
cubren una seguidilla de experimentos de mutaciones que tratan de mantener en
secreto.

Sherlock
mata su curiosidad con un caso que llegó a su correo, escrito por una pequeña
niña, quien explicaba la desaparición de su conejo fluorescente. En los
laboratorios encuentra a la Doctora Stapleton, madre de la niña, especializada
en experimentos de manipulación de genes, y su curiosidad respecto al caso le
afirma que todo está unido.
Veinte
minutos dura su paso seguro, y luego se meten en problemas con el general a
cargo del sector.
El Doctor
Frankland aparece para salvarlos, debido a su admiración por los hermanos
Holmes, el blog de Watson y la preocupación que siente por Henry, a quien
conoce desde su niñez.

Henry
comenta a Sherlock sobre la amistad de su padre con el Doctor Frankland.
Sherlock y
Henry bajan al valle y ven la extraña e indescriptible criatura que los trajo a
investigar el lugar.
Henry entra
en schock, Sherlock lo niega. John acompaña a Henry a su casa tratando de que
se tranquilice.
Al volver al
pub del hostal, John se percata de que Sherlock se muestra diferente. Sherlock
le confiesa que también vio a la criatura y claramente se encuentra en un
estado de pánico.
John trata
de mantenerlo con los pies en la tierra, pero Sherlock parece ahogado tratando
de acordarse de alguna idea que pueda descartar lo que acaba de ver: “Cuando pruebas
toda solución lógica, y quedas con lo que sobra, aunque suene improbable, puede
ser cierto.” La pesadilla de un científico ordinario es puesta en duda por el
famoso Sherlock Holmes, y entendemos que está totalmente atemorizado después de
vivir aquella experiencia.

Fastidiados
ambos, caen en una discusión en donde Sherlock niega cualquier amistad con
cualquier ser humano y John se ofende antes de alejarse del hostal.
Fuera, John
vuelve a ver lo que parece ser el código Morse al otro lado del cerro y camina
hasta encontrar nada más que las luces de un auto que prenden por la actividad
sexual de una pareja en un mirador.
John recibe
un mensaje de texto de Sherlock alentándolo a entrevistar o coquetear con la
psiquiatra de Henry para sacarle información sobre su paciente.
Henry, en su
hogar es perseguido por actividades extrañas. Las luces de su patio se
encienden y apagan, y ruidos e imágenes de una criatura le asechan. Henry
recurre a un arma de fuego en su estado aterrado.
John trata
de hablar del padre de Henry con la psiquiatra, pero la inesperada visita del
Doctor Frankland arruina sus planes y ella abandona la cita.

También le afirma que, claro, no tiene amigos, sólo tiene uno. Y pronto el momento tenso se esfuma para continuar con la investigación.

La pareja le
explica a Lestrade que si, sus ganancias han subido desde que se les ocurrió
aprovechar la visita de los turistas al pueblo con la leyenda del sabueso
gigante. Ambos llevaron un perro a vivir al valle, pero desde hace un tiempo
tuvieron que dormirlo. Se muestran arrepentidos de su acción y Sherlock feliz.

Sherlock se
comunica con Mycroft para conseguir un mejor acceso a las bases de Baskerville,
donde planea investigar los laboratorios. El general no puede negarse a
permitir que el par se dedique a investigar, pues las órdenes vienen de arriba.

No tarda
mucho en comenzar a sentir miedo de no encontrarse solo. Cada paso que avanza,
un extraño ruido le sigue. Pasos de alguna criatura no humana parecen tratar de
encontrarlo, y decide tratar de salvarse en una de las jaulas que hospedan
animales de prueba.
Sherlock
logra comunicarse con él por teléfono y calmado le pregunta qué está viendo.
John le dice que sólo escucha los rugidos de la criatura, y pronto lo ve.

Sherlock
decide investigar algunos elementos en el laboratorio, y la Doctora Stapleton
le confiesa a John su error con el conejo de su hija, quien brilla gracias a la
mutación con el gen de una medusa.

Le pide a la
Doctora que abandone el lugar pues necesita ir a su palacio mental, y John la
acompaña a salir, mientras Sherlock se sumerge en su deslumbrante mundo repleto
de información, referencias, y aprendizaje que funciona mejor que una
computadora.
“Liberty,
Indiana, H.O.U.N.D.” es el resultado. El acrónimo que se traduce a “Sabueso” es
la clave que
estaba buscando.
Henry
continúa alucinando. Esta vez llegando lejos, y avergonzado de disparar su arma
a la psiquiatra sin percatarse de la realidad, escapa con rumbo al valle.

La oficina
de los laboratorios traicionan el secreto, y con la deducción de Sherlock,
gustos en lectura, política, música, logra conseguir la contraseña para develar
sus secretos: El acrónimo H.O.U.N.D. cubre las primeras siglas de cada apellido
involucrado en el asunto.


Louise, la
psiquiatra de Henry se comunica con John, y junto a Sherlock parten a buscarle
en medio de la noche y deciden encontrarse con Lestrade en el lugar de origen
de los miedos de Henry.
Dispuesto a
suicidarse, cansado de su traumática vida, Henry decide despedirse de su padre.
Los
investigadores le encuentran y tratan de traerlo a la realidad. Sherlock le
insiste que recuerde su niñez, a su padre, la pelea que vio. Le insiste que no
vio una criatura, que confundió un par de palabras e imágenes con una pesadilla
que alguien puso en su mente, para que no recordara el asesinato a su padre. Y
cada vez que recordaba algo nuevo, era reseteado por quien no quería que su
secreto se viera expuesto.

Sherlock no
siente miedo del perro, pero si alucina con Jim Moriarty, quien por un momento
le hace dudar y arruinar toda su investigación. Pero no lo logra. Es el Doctor
Frankland, presente en el lugar para asustar a Henry con su canino, y Sherlock
comprende que la neblina del valle está intervenida con gases tóxicos que
contienen la droga alucinógena.
Henry
comprende que Frankland asesinó a su padre para que no hablara de su proyecto,
y que estuvo veinte años enfermando su mente para que no recordara los hechos.
Sherlock se
muestra feliz por resolver tal adrenalínico y confuso caso, cuando otro perro
se hace presente y Frankland aprovecha de escapar, pero cae en su propia
trampa, estallando sobre una mina explosiva que protege la base militar.
John
entiende también que Sherlock le encerró para experimentar con sus reacciones
en el laboratorio y le insiste que su teoría sobre drogarse con el azúcar era
una teoría errada.
Lejos, en
Londres, Mycroft se encuentra soltando a nada más ni nada menos que Jim
Moriarty, luego de comprender que sólo era un loco obsesionado con su hermano
menor.
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