viernes, 3 de mayo de 2013

Hijos Rebeldes.

Tal y como Kansas coreando lo que se ha transformado en himno para Supernatural y sus fans, sabemos que la rebeldía de los hijos no está en la historia como un simple detalle.

Sin importar la especie, los nidos usualmente presentan una oveja negra que en algún momento de la vida se descarrió y escapó de lo que sus padres quisieron presentar como su destino.

Aún cuando Sam y Dean continuaron el negocio familiar, a lo largo del camino hubo uno que se sintió avergonzado de la profesión de su familia y partió a estudiar lejos, y el otro, que plantó en su corazón la idea de su padre, en algún momento también dudó de él y no quiso el titulo de héroe, se echó en los hombros la carga obligada y ha ido pagando hasta el día de hoy.

Como los humanos, también algunas criaturas del gran espectro monstruoso han deseado salir del molde, deseando normalidad para sus vidas, sentirse parte de algo que el mundo acepte, o queriendo alcanzar la modernidad de nuestros tiempos, aunque eso signifique traicionar a su especie.

Blood Brother
(“Hermano de Sangre,” escrito por Ben Edlund, dirigido por Guy Norman Bee.)

Benny es un hijo rebelde. Un Vampiro que traiciona a su propia especie al intentar acabar con sus hermanos de caza. Un monstruo que encontró a un humano y lo recibió como amigo. Lo que él tal vez no sabe es que
Dean corresponde su amistad haciendo lo mismo con Sam, quien desconoce este lazo y sabe muy bien que su hermano mayor no transaría con un chupasangre.

Pero las cosas han cambiado, caracteres han madurado, y las personalidades se han hecho más sabias y pacientes. Lo que antes habría sido imposible para una figura como Dean Winchester, hoy es prueba de que todos podemos dejar juicios y errores en el pasado.

Luego de la pelea por venganza contra sus compañeros, Benny se pone en contacto con Dean pidiendo ayuda, al verse debilitado tras el altercado. Dean, quien discute con su hermano por la huída de Kevin, esconde el llamado, y después de echarse en cara mutuamente el año sabático y la desconfianza, Dean se aleja molesto y lo primero que viene a su mente son sus recuerdos en el Purgatorio, que no han dejado de palpitar en su mente.

Allí vemos a Dean, Benny y Castiel luchando con diferentes criaturas, con una coreografía acompañada por la clásica “In the hall of the mountain king” silbada por el Vampiro. Una bella secuencia con un toque tenebroso.

Mientras, Sam se queda en el motel y se muestra preocupado por el paradero de Kevin, quien no quiere ser encontrado. También, gracias a su experiencia con rastreos, ubica a Amelia. Lo que lo lleva a recordar su empleo en un motel cuando se encontraba solo.

Dean, por su parte, luego de encontrar a Benny y llevarle un poco de sangre, robada de bancos de hospital, interfiere en sus asuntos para que le confíe que sucedió. Algo que Benny no entiende, pero empatiza, sintiendo el respeto que Dean le ha dado como amigo.

En el purgatorio, cada uno se la arreglaba como podía, dejando en claro que el método de matanza de Castiel no había cambiado, lo que atrae a los monstruos a distancia cuando alcanzan a ver la luz que emite el fin de sus vidas.
Tema de discusión entre los tres, pues Benny teme que el ángel arruine sus planes de largarse del lugar, y Castiel, con su particular vocabulario, vuelve a aconsejar a Dean que es mejor no involucrarlo en su objetivo. El vampiro y el ángel intercambian algunas palabras, Benny se burla, Castiel se muestra defensivo, pero Dean les manda a callar y recuerda a ambos que no se irá de allí sin el ángel.

Allí no tienen descanso, y como Castiel medita, el basurero de los monstruos es infinito cuando uno de ellos muere en el lugar.
También se revela por primera vez que el puesto de Cas es el de un Serafín, los cuales en la explicación general de la fantasía bíblica y metafísica, son los ángeles con un rango alto, quienes cuidan el trono de Dios y los arcángeles.

De vuelta al muelle que protegió a Benny, este le confiesa a Dean su intención: matar a su creador antes que él le vuelva a matar.
Revisan las pertenencias de los vampiros que no volvieron a despertar, y el cazador, disimuladamente se queda con el dinero. Leen información de embarques, y Benny le explica que esa es la forma que tienen los grupos de sobrevivir; viajan en barcos saqueando diferentes países y ciudades, y disfrutan el almuerzo en el océano. Dean, divirtiéndose con la historia, les bautiza como Vampiratas, y decide acompañar a su amigo a buscar a su creador para finalizar próximos saqueos.

Benny recuerda sus tiempos relatando la historia a Dean. De humano a vampiro, de saqueador de islas a un vampiro enamorado de una humana, de un amenazado que fue muerto por traicionar a su nido y creador. Algo que sirve para comprender su sed de venganza y lo que queda de un ser que ya no simpatiza con el negocio familiar.

Luego de un viaje de toda la noche, Benny y Dean encuentran la lujosa casa que protege al grupo de
vampiratas. Dean piensa en comunicarse con su hermano, y lo descarta de inmediato. Sam, por su parte, trata de llamarle, Dean no contesta, pero pronto accede a devolver la llamada, lo que sólo sirve para otra discusión con ataques personales, la confesión de su relación de amistad con un vampiro, y la entrega de coordenadas que Sam toma para tratar de encontrarlo.


Como sus recuerdos nos indican, Sam se toma seriamente su trabajo en el motel arreglando cualquier aparato para mantenerse en el lugar sin tener que buscar otro paradero. Le preocupa su perro, quien tiene una cita con la veterinaria en días próximos.
La perfecta casualidad responde a su vida no sólo con el trabajo que el encargado le ofrece, si no con haber caído en el mismo lugar que Amelia reside.
Ella se asusta, pensando que luego de atropellar a un perro y tratar de dejarlo abandonado en su veterinaria, el extraño hombre la estaba siguiendo. De hecho analiza sus ropas y corte de pelo, insinuándole que parece un ex militar o un asesino serial.

Tras el altercado, Amelia decide darle el beneficio de la duda en su próximo encuentro, y ambos encuentran
un momento para hablar, luego de identificarse con la soledad y el no tener rumbo alguno.

Sam está enfurecido con Dean. Por haber huido excusándose en un asunto personal, el cual no es más que una misión que podría matarlo. Pero su rabia es demasiado aguda, lo que personalmente creo, se debe a que Sam se muestra todo el tiempo apresurado, creyendo que necesita acabar con el asunto de Kevin para largarse y no tener que estar salvándole el trasero a su hermano con el que no comparte pareceres. No es que no le quiera, es más algo así como volver a cazar para que Dean muera y se quede solo de nuevo.

En la casa de los vampiros, Benny cae en cuenta que su antiguo amor vive. Andrea y el grupo que sirve como guardias del creador lo apresan mientras Dean se esconde.
Todo se vuelve muy fácil, Andrea hace creer a los guardianes que desprecia al vampiro que volvió de la muerte, todo para recordar viejos tiempos con el sabor de sus labios y cariños, y le entrega un arma que acabaría con la vida del creador.
Dean se deshace rápidamente de otros vampiros por los laberinticos pasillos del lugar y Benny es llevado donde su Padre y Creador para explicar su vuelta a la vida.
Pero ya no hay vida, según él, y esa es la razón principal de su regreso. El tratar de desmantelar futuras
operaciones en contra de la humanidad es su objetivo, y sumándole el capricho del creador al transformar a Andrea, a Benny se le hace mucho más fácil aventurarse a matar a su parlanchín creador, quien parece totalmente aburrido de la vida, y que se mantiene por demasiada nostalgia. Algo que le muestra débil, considerando que se ve más joven que todos los presentes, y debiera aparentar más confianza y experiencia de la que lleva en este mundo por tanto tiempo, pero sus ropas sacadas de una película de vampiros adolescentes parecen envolver a un ser que vivió tanto por nada.

El purgatorio nos muestra respuestas de la empatía de Benny con la humanidad. Dean  desconfía cuando el vampiro le explica que hace cincuenta años ya se alimentaba de sangre robada de bancos de transfusión, y trata de convencerle de que no volverá a matar apenas salgan de allí. Dean no le cree, dada su experiencia con otros chupasangre, pero más que nada al verse obligado a necesitar a un monstruo que apenas conoce. Duda principalmente de sus acciones cada vez que le recuerda que Castiel hará que la operación fracase.
Cas acaba con la discusión cuando percibe a leviatanes acercándose.

Al matar a su creador, Benny cree que Andrea se irá con él y por fin podrán vivir su historia que quedó
truncada por los de su misma especie. Pero la decisión de Andrea se ve en su mirada, ya no es la misma, no es humana, y necesita sus lujos y protección.
Benny no transa con aquella idea. Cae en cuenta que su amada dejó de ser ella cuando él murió, y en lo que parece una mala secuencia y un intento de rabia, Andrea se va en contra de su vampiro y el mayor de los Winchester la aniquila por la espalda.
Sin más que una mirada que parece haberse pactado con anterioridad, Benny y Dean están bien.

Aún así, Benny sigue siendo un vampiro. Y pasó cincuenta años en el purgatorio, probablemente olvidando lo que es cualquier signo de sociabilidad, comportamiento humano y compañerismo. Aparte de su absoluta soledad, verse en el fondo de pensamientos existenciales, y sentir que ya no debiera seguir vivo, no entiende por qué Dean fue fiel al plan que los sacó del piso de los monstruos.
Para él habría sido más que obvio que el humano volviera a su mundo, y anulara el ritual que le revivió. Más que mal, su plan no trajo de vuelta a su ángel, y el vampiro era sólo una herramienta que podría haber abandonado sin volver a gastar ni un segundo de su culpa.

El motivo de Dean es quizá uno de los sentimientos más básicos de su personalidad: la lealtad.
Al huir de leviatanes que intentaron acabar con la vida de Castiel, Benny salvó al ángel. El ángel que en su momento abandonó a Dean, el que es demasiado brillante y que llama la atención, el que discute con el humano porque no quiere ponerlo en peligro, el que podría arruinar todo y dejarlos en el purgatorio para siempre.
Él le salva a pesar de todo ello, y al alivio que Dean muestra en su rostro se suma la sorpresa de ver que puede contar con la fidelidad de un vampiro, por primera vez.

Dean entiende que Benny no sepa dónde está parado. Él mismo no se siente parte de nada, y eso les une aún más. Tanto que cuando por fin Sam les encuentra, Dean debe advertirle que no arregle el asunto con violencia.
Sam accede, todo esto con sólo miradas, pero no entiende ni quiere comprender qué está haciendo su hermano mayor.

Siempre me ha parecido que estos que se van en contra de su misma especie, son más que una obvia diferencia a su naturaleza. Podríamos decir que son la traición de su grupo, o los perros falderos de los humanos. Pero no es necesario. Se comprende la esencia con sólo compararlos con nosotros.
Es probable que si viviéramos por tanto tiempo pasaríamos de la destrucción a otros estados más elevados. Para algunas de estas criaturas el aburrimiento llega pronto, para otras alguna revelación del cambio les insta a dar la vuelta a su naturaleza, para otros, como Benny, el amor les despierta, y comienzan a entender el compañerismo que ni él mismo comprende del todo, pero luego de tanto pensamiento y experiencias, ver a la humanidad y la evolución del entorno, y seguir sintiendo que no calza es algo admirable.
A todos no les hace falta vivir un siglo para no calzar, a los Winchester les bastó con los traumas, las pérdidas y una maldición llena de retos familiares y entidades celestiales e infernales, y a algunos simplemente no nos apetece envolvernos con lo que se supone la raza humana nos indica como normalidad.


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